Breviario para un político (22)

No olvides nunca que cualquiera es capaz de hacer circular rumores sobre ti si, en su presencia, te has comportado, o has hablado, con excesiva libertad o de forma grosera. En este sentido no te fíes ni de un amigo, ni de un sirviente, ni de un familiar, ni  de un paje. Las personas se basan en un incidente aislado para generalizar; lo utilizan para crearte mala fama.







No cuentes nunca con el beneficio de la duda. Es más, convéncete de lo contrario. De modo que es esencial que no te relajes en público, ni aún en presencia de un único testigo. No expliques, por ejemplo, que en el pasado fuiste calumniado o acusada injustamente: no harías más que relanzar la calumnia, ya que siempre habrá gente que divulgue las falsas acusaciones que hayas mencionado. No servirá de nada en este caso invocar la máxima de San Bernardo de Claraval:”Perdona la intención si no puedes perdonar la acción”, ni  explicar que, si pecaste, fue por accidente, por desconocimiento, o que, si hubo algún mal, es porque quisiste deliberadamente poner a prueba tu virtud: estas santas consideraciones están fuera de lugar.

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