La nevada perfecta
La nieve y la ciudad no se llevan bien, la temperatura ambiente y los contaminantes propios de la urbe, actúan muchísimas veces de freno para evitar la caída del blanco meteoro, aunque en contadas ocasiones se coordinan y conjugan todas las circunstancias, y la nieve cae furiosamente sobre la ciudad inerme, causando los estragos pertinentes siempre importantes y peligrosos. Esto ha sucedido estos últimos días en Madrid (aún no repuesto, ni mucho menos), demostrando la falta de medios de la ciudad para atender una emergencia de tal calibre. Comenzó a nevar mansamente, el blanco iba inundando de paz toda la superficie de la urbe madrileña, que bonito, parecían los planos de una película, donde de pronto iba a parecer Bing Crosby, cantando hermosos y cálidos villancicos. El tiempo pasaba y pasaba, la copiosa nevada seguía y seguía. La gente de las delicias de contemplar con arrobo la llegada del blanco meteoro, comenzó a preocuparse. “Si sigue así, va a cuajar”, “nos vamos a quedar in