El almuerzo de año nuevo
Es una vieja costumbre muy madrileña, iniciar el año nuevo con una opípara comida, para que las fechas subsiguientes tomen ejemplo de la abundancia del almuerzo del primer día del año.
Decidimos por eso mi familia y yo,
comer en el RESTAURANTE BOTIN, el más antiguo del mundo, según “el Guinness Récords
Book” fundado en Madrid en 1725, desde entonces y sin interrupción dedicado a
calmar el hambre de los madrileños y foráneos, con excelentes guisos de la gran
cocina española de siempre.
Esta Casa desde la época fundacional, dispone de un horno de asar, parte esencial del Restaurante y sin duda, explicación de tan excepcional longevidad. Horno de asar, sólidamente construido, decorado con azulejos muy notables, en el que la leña de encina proporciona el calor y el aroma inconfundibles que, en unión de los ingredientes usados, según una formula propia antiquísima, permite obtener los asados clásicos al estilo castellano (cordero, cochinillo) tan internacionalmente apreciados.
Este viejo rincón madrileño, espectador impertérrito durante casi tres siglos de la agitada vida de la capital y situado en la calle de Cuchilleros al final de las escaleras del arco del mismo nombre de la famosísima Plaza Mayor (centro de la vida social de la Villa, durante los siglos XV, XVI, XVII), es lugar obligado de visita para disfrutar comiendo.
AMBIENTE y DECORACIÓN: muy del
siglo XIX, muy galdosiano
SERVICIO: eficaz, discreto y
amable.
COMIDA: (materia prima de alta calidad),
morcilla de Burgos, jamón de bellota, callos a la madrileña (extraordinarios),
ensalada riojana, pimientos con ventresca / merluza frita, cordero asado (3
personas) / tarta de la Casa, tarta de queso.
VINO: Regado todo con un
excelente Rioja, tinto (crianza) VIÑA SALCEDA.
FACTURA: normalísima, no de
infarto, para los tiempos que corren.
Una primera comida del año inolvidable, en un precioso ambiente madrileño tan evocador.
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