Llegó, para quedarse
El ambiente madrileño, cada vez es un poquito más irrespirable, la sequedad ambiental y la falta de brisa, hacen de la Villa del Oso y el Madroño, sobre todo a partir del mediodía, sucursal aventajada del desierto del Sahara. En los meses precedentes, los desarreglos y fenómenos meteorológicos inusuales, han sido continuos sobre nuestra ciudad. Soles, lluvias, tormentas, oscilaciones termométricas (del calor al frio, en poco tiempo y viceversa), pedriscos...En febrero y marzo, muchos árboles, estaban en una temprana, espectacular e inesperada floración. La gente asustada, ¿Qué es esto, no es normal?, ¿será el cambio climático?, ¿habrán cambiado, los periodos estacionales?, ¿habrá verano, este año?, de pronto la Naturaleza se calmó (porque si, no acepta recomendaciones ni imposiciones de nadie), las lluvias y fenómenos meteorológicos raros cesaron, las columnas termométricas y barométricas, empezaron a subir, ya con ritmo de verano y este se presentó de sopetón, con el des