UN MARAVILLOSO SONETO
La
CARICIA
La
tarde taciturna se borraba
En
medio de una calma dulce y quieta,
Y
entre la sombra azul de la glorieta
El
palor de la luna se filtraba.
Tu
mano, toda nervios, deshojaba
Las
flores de un rosal con una inquieta
Impaciencia,
que a veces a la secreta
Impulsión
de un deseo apresuraba.
Y al
cortar una rosa blanca y suave,
Que
era como una palpitante ave
Que el
azar con tu mano hubiera preso,
Con
paso cauteloso te acercaste,
Por
los ojos de la rosa me pasaste
Y yo sentí
la sensación de un beso.
Juana de
Ibarbourou
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