Hay que saber acompañar
Acompañar es una palabra
polisémica tiene diferentes definiciones, y la que más nos interesa aquí, es la
de ir con el otro y hacerle compañía, Cuando
durante el transcurso de la vida diaria vemos personas juntas nos tenemos que preguntar ¿Por qué van juntas?
¿Porque van esas personas juntas y no otras? ¿Sabemos acompañar? Esa relación
de acompañamiento es en dos direcciones o una acompaña más a la otra.
Lo peor de hacer compañía es que
no sepamos dar al otro, lo que de alguna manera busca en nosotros al aceptar la
nuestra y para que esta resulte tiene que haber una cierta afinidad entre
ambas. Hay un cuadro en la pinacoteca del diario ABC, de un excelente
ilustrador del periódico y gran pintor Francisco Sancha, titulado “la soledad
de dos en compañía”, son dos mujeres saliendo del cementerio de riguroso luto,
madre y nuera recién viuda. La madre repito de luto riguroso, apenada y
llorosa, por la pérdida del hijo. La nuera aunque también de negro pero con un
semblante totalmente distinto, sonriente y con mirada retadora, intuyendo la
posibilidad de una aventura próxima. Nunca el título de un cuadro, ha sido tan
definitorio de su contenido.
Paseando por la ciudad podemos
ver parejas que si saben acompañarse, a mí me impresiona y me causan gran
ternura, esos matrimonios ya ancianos que circulan por la calle cogidos del
brazo, andar vacilante, pero importante apoyándose mutuamente, como habrán
hecho durante toda su vida.
Esos padres que llevan de la mano
a niños de corta edad, enseñándoles a andar. Es un símil del paso de la vida,
las generaciones jóvenes necesitan de las mayores, para iniciar su andadura
vital, es un claro ejemplo de los distintos goznes que forman la cadena de la
vida. Esas generaciones ayudaran a otras, esas otras a otras y así
sucesivamente.
¡¡¡ Acompañar se convierte así en
un dar y recibir, sepamos acompañar para que luego nos acompañen!!!
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