El jamón ibérico
Hay
monumentos, sitios históricos, ciudades, alimentos…que son totémicos y que
están impresos en el imaginario de una comunidad, tal es en España, EL JAMÓN a
ser posible ibérico y de bellota, verdadera joya de la gastronomía hispana.
De
siempre se han citado ciertos animales
representativos de la forma de vida hispánica: el toro, el caballo y para mí un
tercero, el cerdo ibérico. Alguien definió a este animal como una despensa
móvil de cuatro patas (del cerdo se come todo), que corre y retoza por las
dehesas salmantinas, extremeñas y andaluzas buscando bellotas, ese fruto que
cae de las encinas en la época de la montanera y que proporciona al cochino
vitaminas, grasas y esencias para convertir sus paletas en algo delicioso,
después del adecuado salado, secado y aireado. Un famoso periodista del XIX
dijo que “el cerdo tiene bonitos hasta los andares”.
En
estas épocas navideñas que estamos pasando, una de los hechos definitorios de
las mismas, es el intercambio de regalos, bien de cortesía comercial e
institucional, agradecimiento personal, o como dicen los castizos “porque sí,
porque me gusta”, estas piezas son fundamentales. En el trafago de cosas que se
regalan, es el jamón y sobre todo el jamón ibérico de bellota el que ocupa un
lugar destacadísimo.
Una
persona ha enfermado, no tiene ganas de comer, se está quedando débil, ninguna
medicina le hace el efecto deseado, el médico que le asiste está desesperado,
no come nada y como último remedio se le ocurre decir a los familiares del
paciente ¿Por qué no le dan un poquito de jamón?.
Dejando
aparte estas situaciones que estamos
comentado, habrá algo más placentero que comer bien un plato con lasquitas de
jamón, bien cortado eso sí, o un bocadillo de buen pan a ser posible recién hecho,
o caliente rociado con unas gotas de aceite y con lonchas de ese jamón que
estamos hablando pleno de deliciosos aromas, acompañado de una copa de buen
vino tinto. ¡¡¡ LA VIDA SE VE DE OTRA MANERA!!!
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