No se metan en lo que no les importa
La capacidad del ser humano de
meterse donde no le llaman, adquiere en algunos casos límites estratosféricos y
en cambio en ayudar cuando es imperativa la solidaridad de todos, disminuye
ostensiblemente. Tal es el caso de personas tiradas en un banco ¿pueden estar
sin conocimiento o muertas?, gritos extemporáneos en una casa ¿diversión, accidente o malos
tratos?, robos, atropellos…así seguiría de manera interminable.
Todo lo señalo en relación con un
hecho del que fui protagonista anoche mismo. Describire escenario: noche fría
madrileña, plaza céntrica del distrito de Chamberí. Voy paseando con mi esposa,
damos la vuelta a otra calle y en ese momento se me acerca una mujer de mediana
edad, al parecer psicológicamente normal, desconocida para nosotros y me dice
“Tapese la cabeza, que hace mucho frio…”. Nos quedamos de piedra, bien está que
yo sea calvo, que lo soy, bien está que yo no me abrigue como se abrigan otros,
que aun disponiendo del vestuario adecuado mucha ropa me molesta y dos últimos
puntos: si soy mayor y la cabeza me funciona perfectamente, y que vamos, voy
con mi mujer que sería la que a la vista de algo raro, me haría las advertencias
correspondientes.
Es un asunto que me ha pasado en
varias ocasiones. Me sucedido en el verano pasado que yendo acompañado de mi
hija (veintisiete años de edad) de paseo y hablando tranquilamente, otra se me
acerco para decirme “suda Ud. mucho”. No es que tenga un especial atractivo
para que estas damas me traten de esta manera. Soy un hombre mayor (no viejo)
de 76 años de edad y calvo, ¿tendré algún otro encanto, no descubierto por mí?,
para que me sucedan estas cosas, con estas salvadoras de ocasión.
Ese es una de los problemas de la
España actual y de siempre, tratamos de ver la viga en el ojo ajeno y no
observamos el propio que tiene sus problemas.
Comentarios
Publicar un comentario