Cestas de Navidad, ¿sorpresa o decepción?
Las fiestas navideñas son como un
cajón de sastre donde caben muchas y variadas cosas, destacando las
felicitaciones que para que hagan efectos como tal, deben o deberían y
acompañadas de un regalo, de un buen regalo (consumismo).
Es una costumbre datada en el
caso de España a partir de finales del siglo XIX, reunir diversas cosas,
entonces comestibles y bebestibles, actualmente se puede incluir todo (desde
esos comestibles, hasta libros y aparatos de últimas tecnologías) y enviarlas
al favorecido, debidamente envuelta en papeles, guirnaldas y espumillón de sugestivos colores.
El tipo de cestas que recibía una persona marcaba su posición
en el escalafón social. El hecho de recibir una, por pequeña y mínima que fuera,
decía que el destinatario de la misma, comenzaba a sobresalir aunque fuera poco
de la masa, y si ya la cesta o caja de regalos venía coronada por un jamón, eso
era el colmo, el triunfo social entre familia y amigos.
Hay personas que esperan la llegada
de estas fiestas para recibir estas
cestas que estamos comentando, bien por un
detalle que la empresa donde trabajan tienen para con sus empleados, o
un recuerdo de alguien al que hemos
hecho algún favor a lo largo del año y que tiene esa manera de mostrar su
agradecimiento.
En el caso de la que podemos
llamar cesta laboral, llega la madre o el padre cargado con tan deseada presea,
reúne a la familia ¡¡¡ han regalado a papa o mama, una cesta en el trabajo!!!
¿Qué tendrá dentro, seguramente un jamón?. El portador empieza a desenvolver
nervioso, y con un cierto orgullo, el tan ansiado presente rodeado de toda la
familia.
Los productos que van apareciendo no son muchos, hay más papel y espumillón, que cosas de comer, ¿y el jamón, no está?. ¡¡¡ Que decepción más grande !!!, otro año será…
Eso sí, colocaremos los vistosos envoltorios
en el cubo de la basura, para poder decir, a pesar de la decepción, que hemos
recibido una cesta.
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