El Asador de Aranda un restaurante con lunares

En el día de ayer, he ido a comer con mi familia (cuatro personas), al local que tiene el Asador de Aranda en la madrileña Plaza de Castilla, 3, fiado de las numerosísimas ocasiones que he disfrutado de su gastronomía popular castellano-leonesa a plena satisfacción. En este emplazamiento he visto una desorganización impropia de firma tan acreditada, ¿será por los llenos de estas fechas?

Llegamos al restaurante y nos acomodaron en la mesa reservada a las 15 horas, pasaron aproximadamente unos quince minutos para darnos los menús y otros diez hasta que nos pidieron la comanda. Lleno hasta la bandera y muy pocos camareros sirviendo las mesas, el jefe de sala o maître no lo llegue a ver, estaría ocupado  en otra parte.

PEDIMOS: Morcilla de Burgos (regular y mal asada), un rarísimo picadillo (acompañado de una extraña salsa blanca), tapa de chorizo, chuletillas de lechal (con claras señales de ser las ultimas o de las ultimas, que tenían en la reserva) o sea retales en todos los sentidos, ensalada de lechuga y tomate, con los mismos problemas que las chuletillas, ser del final de las existencias disponibles. El pan de torta, el clásico hojaldre, las rosquillitas caseras y los chupitos (cortesía de la casa), bien.

PRECIO: Caro para la calidad ofrecida.

TIEMPO DE SERVICIO: largo salimos a las 17,15.

¿Por qué estos restaurantes o cadenas de restaurantes tan populares no prevén con antelación en materia de productos y personal, los llenos que se producen?









Espero que esto no sea una tendencia, ¡¡¡sería una pena!!!

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