Whisky
Su
consumo a nivel mundial lo ha situado en uno de los puestos más altos en lo que
ha consumo de aguardientes se refiere. La posibilidad de elegir entre un amplio
abanico de diferentes orígenes, calidades y precios ha ayudado a aumentar el
conocimiento de este destilado.
De
origen celta, el whisky es un aguardiente que se obtiene fermentando y
destilando un mosto de centeno o cebada y cebada malteada. El alcohol
resultante envejece en barricas de roble, entre dos y cinco años rebajando la
graduación alcohólica para su consumo a 40º y los más sofisticados a 55º.
UISGEBEATHA,
“agua de vida”, es la palabra gaélica de la que procede el vocablo actual
whisky, adoptado en todo el mundo excepto en Irlanda y Estados Unidos, que
utilizan la denominación “whiskey”.
El
whisky escoces ya se elaboraba en el siglo XV y, actualmente, su producción
supone una de las mayores industrias del país, situada en las Tierras Altas
(Highlands), Islay, Campbeltown, Orkney, Tierras Bajas (Lowland) y Speyside,
subzona de Highland donde se elaboran los whiskies escoceses de mayor calidad.
Dentro
de Escocia, el whisky presenta diferentes tipos según los componentes y
procesos de elaboración: whisky escoces de grano (grain Con este proceso, el
whisky escocés adquiere el toque ahumado tan característico de los whiskies de
malta. El alcohol resultante de la doble
destilación pasa a barricas de roble que habrán contenido vino de Jerez, Cognac
o Bourbon.
El
whisky escocés blend nace de la combinación de diferentes whiskies de malta y grano, aproximadamente 40% de malta y
60% de grano, aportando fuerza y suavidad, respectivamente. De esta manera se
consigue un whisky con un sabor y olor constante y muy parecido en todas las
marcas. Este tipo de whisky presenta dos tipos de blend: Scotch standard, tiene
un envejecimiento de tres años, y el whisky blend de luxe que tiene una mayor
proporción de malta y envejece a partir de los ocho años, llegando incluso a
los veinte.
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