Haciendo cambios

La vida humana es un continuo adaptarse a nuevas circunstancias, es estar haciendo cambios constantemente, tanto en nuestra persona como en nuestra conducta en relación con los demás. El paso del tiempo impone hacer cambios continuamente, ese adaptarse a los nuevos retos que impone el devenir vital.

Si tuviéramos que representar el ciclo de nuestra vida por una figura geométrica, esta no podía ser otra que una línea en dientes de sierra, por lo que la capacidad de ser feliz o mejor dicho estar tranquilo, estaría en relación con la posibilidad de adaptarnos a ese sube y baja de la línea quebrada.

En lo político, una gran cantidad de españoles nacimos bajo un régimen autocrático, el papa-estado lo resolvía todo, no teníamos que preocuparnos de nada, hasta nos proporcionaban medios para no pecar, el cielo lo teníamos asegurado. Transcurre el tiempo y la historia, nos vemos obligados a ir haciendo cambios. Con el régimen democrático imperfecto que sucedió al autocrático, el papa-estado casi desaparece y tenemos que preocuparnos nosotros de ir haciendo cambios para resolver nuestros propios problemas, para eso hay que trabajar duro y en muchos casos contra corriente.

En lo religioso, era muy fácil ser bueno e ir al cielo, solo tenías que seguir la única moral imperante y tenías la salvación al alcance de la mano, ahora tienes que ser libre y adaptar tu vida a los preceptos que más se adapten a tu programa vital, eso sí, siempre con la pregunta, ¿acertare?









El hecho de que nuestra vida sea un constante ir haciendo cambios, tiene un lado negativo. ¿Cómo me adaptare a la nueva situación?, ¿acertare con el cambio? Y esa pregunta produce intranquilidad  y desasosiego. También tiene la positividad de hacerme sentir con la libertad suficiente, para cambiar en cualquier aspecto de mi vida que piense yo, que se puede mejorar, aunque me equivoque.

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