Algunas ideas sobre el origen del conflicto catalán (1)

El modo en que podemos observar hoy el pasado de Cat







aluña en las primeras décadas de la época moderna ha quedado profundamente afectado por los mitos que se inventaron posteriormente en el siglo XX. Cataluña era una de las pocas regiones de Europa donde grupos de gente se golpeaban entre sí en las calles porque diferían en sus opiniones  sobre lo que ocurrió en el siglo XVII.

Desde una perspectiva regionalista de principios del siglo XX, los temas en los que había que centrarse eran muy claros. En primer lugar, el enemigo podía identificarse. Aunque estuvieran escribiendo en el siglo XX, los regionalistas se apropiaron del vocabulario de los liberales del siglo anterior y señalaron como el gran enemigo de sus “fueros” al absolutismo castellano.

Sugirieron que Felipe V tenía en mente el deseo de imponer “el absolutismo”, o que estaba influenciado por su abuelo Luis XIV en esa dirección. El hecho de que ni Felipe V ni sus ministros no tuvieran ni la más mínima idea de lo que representaba el “absolutismo” parece haber sido irrelevante.

El concepto decimonónico de “absolutismo”, nacido al calor de las luchas de los constitucionalistas que combatían contra el régimen de Fernando VII, se retrotrajo a los acontecimientos de 1714, y aunque totalmente ficticio, ha permanecido como una explicación de los motivos del rey de España en los manuales escolares obligatorios.

En segundo término, la solidaridad de todos los catalanes fue asumida por todos los regionalistas como un hecho indubitable. El conflicto de las primeras décadas del siglo XVIII se presentó como la lucha de un pueblo unido contra la agresión extranjera. Era una réplica a la imagen liberal del “pueblo “resistiendo contra los franceses".


Sin ningún criterio, “los catalanes” se presentaron como defensores unívocos de la libertad contra las fuerzas militares foráneas. El hecho cierto es que una parte sustancial de la población en Cataluña, puede que la mitad, e incluso tal vez más, apoyaba a Felipe V, aunque esto se haya suprimido habitualmente de los libros oficiales de historia.

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