Mesas de cafetería

La vida de la ciudad se puede observar de una manera más fiel en ciertos lugares de distracción, donde se reúnen nuestros coetáneos a hacer algo supuestamente provechoso. Y si ese algo es comer, beber y cotillear mejor que mejor, entre estos destacan: LAS CAFETERIAS.
Entramos en una de ellas y empezamos a mirar. Primera observación, la gran mayoría de clientes, son mujeres, ¿Por qué?, porque los hombres nos morimos antes, las estadísticas cantan. Seguimos mirando y observamos, por ejemplo, mesas con mujeres que cumplen la cuarentena con mirada triste, esperando no dejar pasar un último tranvía, que parece no llegar. Hay mesas con grupos de mujeres supuestamente amigas, porque que miradas se echan unas a otras, si las miradas matasen…Hay otros grupos cubiertas de todo tipo de oros y platas que se ponen así para lucir su poderío y ser vistas por las amigas, toda una feria de vanidades.
También encontramos personas solas, sumidas en sus pensamientos y con un atisbo de tristeza de una soledad no aceptada. Parejas de ambos sexos, para los cuales, la cafetería, es el palomar donde se forja un conocimiento y un deseo.
Tomamos nuestro café y nos vamos, hemos entrevisto un poco el alma de la ciudad en una CAFETERÍA.



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