Derrochando Adrenalina.


Las grandes ciudades son grandes aglomeraciones, donde el transporte público urbano es fundamental para mantener una movilidad normal por parte de sus habitantes. El uso del automóvil propio haría del deambular por Madrid un caos imposible. 
Sales de tu casa para ir a cualquier sitio y piensas en coger un autobús para dirigirte a tu destino, llegas a la parada correspondiente y ahí ya empieza lo bueno. Llega tu autobús, normalmente lleno, y primera prueba, si puedes, tienes que zafarte de la gente que en grupo compacto lo espera también y que ha llegado después que tú a la parada; por fin llegas a la entrada del vehículo, y si bien eres bajo de estatura o tienes problemas locomotores y quieres subir normalmente al bus, porque dice para mayor ironía que es de suelo bajo, no lo logras porque el conductor en muchos casos se hace el sueco y no baja la plataforma de acceso para facilitar el ascenso a esas personas., o también ha parado el coche lejos del bordillo de la acera.
Una vez dentro y tras hacer ejercicios varios de equilibrismo-funambulismo, nos sentamos, si nos dejan las personas mayores (cosa curiosa, menos solidarias que las jóvenes), que pasan de las limitaciones de los demás o nos agarramos a cualquier barra del vehículo para evitar salir despedido en cualquiera de los numerosos frenazos que suele haber en el recorrido, llegamos a nuestro destino, repitiendo lo anterior pero a la inversa, m


ás o menos sanos y destrozados, ADRENALINA A TOPE.

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