Un restaurante que lleva camino de convertirse en mediocre
El restaurante Paulino de
Quevedo, está ubicado
muy cerca de mi domicilio en Madrid, por lo que le he visitado en múltiples
ocasiones, por lo que conozco su trayectoria, ayer aprovechando el Día de la Madre, fui a comer con otras
cuatro personas de mi familia.
Estaba lleno hasta la
bandera, es para mí
una de las causas de los defectos que note en la comida. Empecemos por lo positivo: EL SERVICIO como siempre:
educado, rápido, gentil y no molesto. Muy adecuado el regalito de una planta a
las madres en su día.
Nuestra
comanda fue: Jamón ibérico de bellota
(¿hay bellotas en la Sierra de Gredos?), pastel de morcilla de León, pudín de
txangurro ¿Dónde el txangurro?, alcachofas guisadas (realmente insípidas),
manitas de cerdo (insípidas), vieiras (en conserva, notándose y sin la clásica
concha), steak tartar de presa ibérica, milhojas re rabo de buey (excelente) y
corvina con verduritas (casi cruda). Postres (normales).
Vino: Ribera y normalito.
No se me olvide, de
principio y como aperitivo de la casa, nos sacaron unas aceitunas
extraordinarias. Volveré para comprobar si
la comida de ayer, es un bache accidental, debido a la gran cantidad de
comensales o el comienzo de un camino hacia la mediocridad.
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