Las apariencias engañan
Las
cosas muchas veces no son lo que parecen ser, lo que nos parece una cosa luego resultan ser otra. Me voy a
referir a dos anécdotas personales, que
me sucedieron no hace demasiado tiempo y que me han hecho incidir con
ahínco, en el engaño de las apariencias en muchos casos.
Soy una persona bastante
mayor, casado y felizmente casado con una mujer 11 años más joven que yo, tenemos entre otros una hija joven y muy guapa y no es pasión
de padre, ¡¡¡ lo juro ¡¡¡.
Un
día de verano por la mañana, estábamos ella y yo en nuestro domicilio y la muchacha sufrió un problema agudo de
alergia, mi mujer estaba trabajando, nos
dirigimos rápidamente a los servicios de urgencia de un hospital. Llegamos
a los referidos servicios, nos sale a recibir un auxiliar y le dice a mi hija,” ¡¡¡que se siente tu abuelo en una
silla de ruedas, y tu vente conmigo a dar sus datos¡¡¡”. Cuando le dijo, al empleado
hospitalario ¡¡¡ yo soy la enferma y no mi padre ¡ se quedó lívido. Entre
el blanco del uniforme hospitalario y la rojez de la cara del avispado celador,
este más que una persona parecía la bandera del Japón.
Con frecuencia me ha
pasado y mi pasa, con mi mujer también, que como he dicho es bastante más joven que yo. ¡¡¡ que se siente su padre ¡¡¡, ¡¡¡ puede
Ud. avisar a su hija¡¡¡ ¡¡¡ avise a su hija haber que le parece¡¡¡ y
así numerosas veces…Yo nunca contesto, porque así disfruto más…Ellas contestan ¡¡¡ no es mi padre, es mi marido o no es mi
abuelo, es mi padre¡¡¡, las caras que observo son un poema y esto sube
muchísimo mi autoestima, ya alta de por sí.
¡¡¡ Nunca hagamos juicios
con pruebas circunstanciales, casi siempre nos llevan a conclusiones falsas ¡¡¡
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