Tengo calor y sudo

La vida humana es un continuo paso del tiempo, camuflado en años, ordenados en estaciones, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos.
Para mí el tiempo se puede clasificar en dos periodos: cuando hace calor y cuando hace frio, ¿porque hago esta clasificación tan simplista? El calor y el frio ejercen en mi, influencias contrapuestas, el calor me produce como una disolución de mi personalidad, no pienso, no acierto, no coordino. Mi yo se convierte con este calor, poco a poco en algo gelatinoso que se va reduciendo a eso, gelatina, todas mis reacciones y constantes vitales, el calor ME INUTILIZA COMO PERSONA.
Si tengo sed y bebo, a los tres minutos aumenta la sudoración. Si aligero mi vestuario, puedo llegar a salir a la calle, en traje de Adán con el consiguiente escándalo social. Si me acojo al consuelo del aire acondicionado, tienen que intervenir grupos especiales de las fuerzas de seguridad, para hacerme salir a la calle y cumplir con mis deberes diarios. Si tengo la feliz idea de tomar helados y cosas frías, el remedio es peor que la enfermedad, pues muy posiblemente una pertinaz colitis me atrape y el resultado de este remedio puede ser dramático. El calor, también tiene para mí factores favorables, puedo alcanzar la perfección espiritual, aguantando estos calurosos días con estoicismo griego alcanzar el cielo así, se convierte en algo sencillo.
El calor hace que los más bajos instintos de las personas afloren a la superficie y nos pongan en situación de poder realizar cualquier acción innoble. El asomarse a la historia, puede ser un buen punto final para este comentario. A partir de los siglos X hasta casi el XVII, las guerras se hacían con calor, cuando el hombre está caliente, tanto por fuera como por dentro y en invierno lo que quiere es volver a casa y descansar ¡¡¡Con esto, está dicho todo!!!


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