El fin de semana y las hienas.

La conducta del ser humano tiene y está integrada por multitud de ritualismos que constituyen parte integrante de su ser. Estamos en fin de semana, la noche estival caldea la gran ciudad e invita a salir a tratar de encontrar un alivio nocturno a las altas temperaturas reinantes. Es el momento más propicio para que los ritualismos salgan a flor de piel.
Paseo nocturno por la ciudad, en mi deambular encuentro una terraza en un bar, sita en una zona más fresca, despejada y ¿tranquila?, que las demás. Pienso pasar allí, un rato agradable, me siento, al principio bien, pero craso error. Hay lógicamente mucha gente. La gente habla con sus acompañantes, intercambia pareceres, se ríen y hacen todo aquello que la humana convivencia dicta. Pero de pronto, de un par de mesas vecinas, comienzan a oírse risotadas, presuntamente alegres, pero que a mi me resultan desgarradoras ya que me recuerdan las famosas risotadas de las hienas. La relativa tranquilidad ciudadana lograda por el saber convivir de las personas, queda totalmente rota, los nervios se disparan y terminas rompiendo la situación, yéndote a tu casa, para no entrar en peleas y perdiendo ese poco de calma relativa, que habías podido conseguir.
Me puse a pensar en esas risotadas, ¿Qué podían significar? : ¿Mala educación y no pensar, en los demás?, ¿Querer demostrar lo a gusto que estas en el grupo?, ¿Reír las gracias, como nadie, al líder y que se note? ¿Atraer de esa manera la atención, que de otra forma no ibas a lograr? Y así mil explicaciones.
La risa franca tanto de manera individual como en grupo, es la manera más maravillosa de demostrar que se siente “Alegría” sentimiento y combustible fundamental para la vida, pero las risotadas son la muestra más inequívoca de que no somos felices y de que guardamos sentimientos inconfesables hacia los demás congéneres que nos rodean y que a mi parecer es un presunto gravísimo delito de falsedad.


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