El calor me quita el apetito

Los meses de Junio, Julio y Agosto suelen ser en Madrid (España), los más tórridos de todo el año, los que tenemos que vivir a causa de razones que no son del caso, en esta calurosa urbe, nos suceden cosas realmente increíbles.
Volver a las rabietas atávicas de la niñez. Los humanos sentimos nuestras fobias y nuestras filias, tanto personales, alimenticias, habitacionales y de todo orden que se exacerban sobre todo con temperaturas extremas, tanto frías como calientes. En lo que se refiere al apartado fobias alimenticias, yo he tenido siempre y desde mi más tierna infancia, verdadero odio, a “las carnes con salsa”. Me refiero a esto porque hoy ese odio ancestral se me ha vuelto a despertar y reafirmar. Pues cual ha sido mi sorpresa, que cuando he ido a comer, me encontrado encima de la mesa, un humeante plato de “pollo en salsa, con patatas y zanahorias”, ante el calor, la falta de apetito que me produce el mismo y la sorpresa que me ha producido encontrar un plato, que gracias a la paciencia y cariño de mi madre (Q.E.P.D) y posteriormente de mi esposa, creía enterrado para siempre, me he levantado de la mesa casi sin comer y con un cierto regusto amargo en la garganta. Me ha parecido que el tiempo había cesado en su monótono discurrir de forma fulminante y me he sumergido en la añoranza del tiempo pasado, a lo mejor perdido, pues el destino se encarga de volver a recordarme que “la vida es un continuo y perpetuo sacrificio….”
¡¡¡La noria de la vida siempre te cogerá en uno de sus cangilones y te hará dar vueltas hasta la extenuación, aunque tú no quieras!!!



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