Por favor deme tres buenas entradas…
La
vida es y ha sido una suma de costumbres
que nos ayuda a pasar y caminar por ella haciéndola más transitable. Me
refiero con esto al cambio tan tremendo
que hemos sufrido en nuestras vidas con
la irrupción de lo digital.
Hasta
hace no demasiados años constituía un rito y un placer el ir a los numerosos espectáculos: deportivos,
teatrales, cinematográficos y de cualquier orden que se realizaban en la ciudad.
Elegías alguno, lógicamente te
tenías que proveer de las correspondientes entradas y para eso te desplazabas a
las correspondientes taquillas del local donde se realizaba el espectáculo elegido por ti.
En
las taquillas, te encontrabas con una larga fila de personas que allí se habían
desplazado, con la misma idea que tú, era lo que en el lenguaje popular, se ha conocido y se conoce como “cola”, te dirigías a la persona que
estaba delante de ti, con el famoso ¿es
usted el último? . Si la contestación era positiva, ya te podías integrar
en la cola. Era esta como un reptil fantástico con vida propia,
avanzaba reptando conforme sus integrantes compraban las codiciadas entradas. En algún
momento, se producía alguna algarada, alguien había pretendido colarse o sea se ponían con toda la cara
delante, esto producía situaciones de sainete, que se resolvían bien o mal en función del humor de la gente. Por fin
llegabas a la ansiada taquilla, te
dirigías al empleado/a que estaba detrás del cristal y le decías con toda
humildad: deme tres buenas entradas, por
favor.
Si
el espectáculo era de los que despertaban
una expectación inusitada, la mecánica era diferente. Tenías que ir con una
gran antelación, incluso de días, a la cola, siempre había alguien que asumía el papel de coordinador, al que se
le reconocía una autoridad implícita
¿no será esto un trasunto del
caudillaje, tan popular siempre entre nosotros?, le dabas tu nombre, y te
anotaba con un número y cada hora pasaba lista para ver si había habido alguna
novedad. ¡¡¡ Cuantos tratos, amistades e
inclusive amores han surgido de estas colas y en estas colas ¡!!
Y que ahora en casa y a
golpe de tecla, nos hayamos cargado la cola, que pena.
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