El arte de la talla del cristal en Italia
Desde
mediados del siglo XVI, varios artistas y talleres de la ciudad de Milán destacaron en la talla del cuarzo hialino o cristal de
roca, un mineral de gran transparencia, creando obras maestras difícilmente
superables, que gozaron de la común admiración de sus contemporáneos y de una
valoración económica en ocasiones muy superior a la de las grandes creaciones
de la pintura de su época.
Estas maravillas, talladas algunas de ellas en las
variantes del cuarzo ahumado o cuarzo
citrino, presentan además ricas guarniciones metálicas decoradas con esmaltes, perlas y piedras preciosas, cuya
función principal era la de ocultar las uniones de las diferentes piezas de
cristal.
Los motivos que las
adornan se pueden
considerar reflejo del pensamiento renacentista y tardo-renacentista y llegan
incluso virtualmente a interpretar visualmente asuntos exotéricos y mágicos. Los temas preferidos son los
inspirados en la Antigüedad, principalmente
en las Metamorfosis de Ovidio, así
como las historias relacionadas con el agua y el vino, que podían incluir
pasajes religiosos, todo ello magistralmente elaborado y enriquecido con una
fuerte carga simbólica y teórica.
Es
difícil atribuir estas obras a un autor
determinado por que muy pocas están firmadas y varias personas intervenían
en las distintas fases de su creación. Junto a unos pocos artistas
individuales, como los muy valorados Francesco
Tortorino o Annibale Fontana, dos
fueron los principales talleres: por un lado el de los Miseroni, seis generaciones de artistas especializados en la
talla del cristal, creadores de originales mezclas de elementos orgánicos y
formas clásicas, rozando lo abstracto, y
por otro lado el de los Sarachi, familia
especializada en vasos de gran calidad y con forma de animales fantásticos.
Grandes señores, tanto milaneses como forasteros,
frecuentaban el taller de los Sarachi, pues
los consideraban inventores de estimadísimas bizzarrie o rarezas maravillosas, “que asombran a los inteligentes que las contemplan”. Ambas
familias trabajaron para las grandes cortes europeas, como Madrid, Viena, Praga, Mantua, Florencia, Paris o Múnich.
En
España hay esplendidas colecciones de estas creaciones en el Museo del Prado, Museo de Artes decorativas y Patrimonio Nacional en
sus diversos palacios a lo largo de todo el territorio nacional.
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