González Byass y el fino Tío Pepe.
Manuel María González fue el fundador de las bodegas de Gonzáles Byass de Jerez de la Frontera. Este nacimiento
fue fruto de un feliz matrimonio de la vocación y el comercio, entre Manuel María y Robert Blake Byass.
La
bodega comenzó a crecer y Manuel María incorporó
a la empresa varios socios, bajo el nombre de “González&Dubosc”, apellido del socio Juan Bautista. Ante las buenas expectativas de la bodega, nombraron
un agente de ventas, siendo el elegido Robert
Blake Byass, que finalmente unió su último apellido al nombre de la bodega.
Comenzaron a comprar arrobas de fino por
parte de la bodega González Byass,
convirtiéndose en la primera marca de
vino español que se embotelló.
Tío Pepe es la marca más conocida de esta
emblemática firma, fundada en 1835, fama
que incluso ha traspasado el propio nombre de la bodega. Los quince millones de botellas de producción se pueden encontrar
en todo el mundo. El estirón de este fino se produjo en los años treinta del
pasado siglo cuando Pepe Solero, de ahí
el nombre, un creativo publicitario, ideó la botella con la chaquetilla
roja y el sombrero cordobés. Símbolo publicitario que pervive en plena Puerta del Sol de Madrid, gozando
de todas las protecciones oficiales que la actual legislación concede a las
obras de arte simbólicas de distintas épocas.
Pero
la bodega también se define por su culto
al vino añejo. El amontillado del Duque,
el oloroso viejo Matusalén, un
vino envejecido más de veinticinco de años por el tradicional sistema de criaderas y soleras.
Frente
al volumen, técnica y automatismo, la
bodega conserva un recuerdo a los modos de hacer vino del pasado. Todavía
funciona un lagar del siglo XIX
donde se elabora el Pedro Ximénez Noé, uno
de los mejores Pedro Ximénez de toda
España.
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