Una tarde otoñal de domingo
Esto
que cuento, es como una ilusión que ocurrió
en Madrid hace como unos quince días, digo ilusión por que el cielo, temperatura y el ambiente parecen de verano.
El domingo es
como último día de la semana, una especie
de gran cajón de sastre, se hace o se pretende hacer durante su transcurso,
todo lo que no hemos podido durante
la semana.
Es
un día en que casi de manera lógica, se pretende recuperar el cansancio acumulado, durante la semana. Se levanta de manera
escalonada toda la familia, arrastrando o bien las rémoras de una noche agitada por
la juerga o con los ojos abiertos como
platos, por un insomnio pertinaz que le
ha perseguido fieramente durante la noche menos oportuna, la del sábado al domingo, ¡¡¡ Si al menos hubiera sido por juerga…!!!
La
mañana pasa con algún sobresalto que otro, gritos
extemporáneos, con los que la cocinera/o que le corresponde la confección de la comida, repele la incursión depredadora de algún miembro de la familia,
o que el grifo del agua caliente en el
cuarto de baño solo da agua gélida y
alguien solicita ayuda urgente, para no
morir congelado, más alguna otra cosilla…
Llega
la comida y se da un detalle curioso. O
bien la cocinera/o ha realizado un gran menú de lucimiento propio de un restaurante de muchos
quilates o uno realmente inmundo, siempre
con el pretexto del cansancio acumulado. Si lo hacen bien nuestra más sonora y ruidosa felicitación,
al cocinero/a se lo ha merecido y si lo hace mal, deberemos comernos nuestras
quejas, ya que no es un asalariado a nuestras órdenes.
Llega la tarde, para mí la parte más aburrida del
domingo. Después de comer, las bocas se abren, el tedio y el aburrimiento se
posesionan del ambiente, las
televisiones se encienden sin verse, ayudan a dormir. Los periódicos y libros
se abren y se dejan encima de algo, no se leen. Me iría a la calle, pero
llueve y hace frio, no apetece…El tiempo
pasa de una manera cansina, el gris del ambiente se pega al ánimo…..¡¡¡Cuando
llegara el lunes!!!
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