Un gran vino del Levante español, Jumilla
Numerosos municipios
albacetenses comparten
el reparto de las cepas con la
murciana Jumilla, centro neurálgico de esta Denominación de Origen, a caballo entre
las provincias de Albacete y Murcia, en pleno altiplano levantino.
Son
tierras casi desérticas donde sobrevive, gracias a su rusticidad, y se expresa
con toda su calidad potencial la
variedad Monastrell. Un relieve
accidentado y unos suelos muy calizos y permeables, sometidos a un clima continental mus contrastado y seco, con alguna
influencia mediterránea, es el marco natural donde crece el viñedo de Jumilla.
Aparte
de la ya mencionada Monastrell están
acogidas a la Denominación Origen,
las variedades tintas: Garnacha
Tintorera, Tempranillo y Cabernet Sauvignon. Las blancas autorizadas son: la Airén, Pedro Ximénez y Macabeo.
Durante
el siglo XIX, Jumilla fue punto de
mira de los comerciantes vinícolas que montaron sus negocios escapando a la filoxera. El vino surgido de la Monastrell, con su alta pigmentación y
su elevado grado alcohólico, era ideal para graneles y mezclas, lo que hizo que
se impusiera como variedad dominante.
Tras
un pasado reciente en que el destino del
Jumilla, era el floreciente comercio
del granel y algunos tintos embotellados que alcanzaban los 15º, los Jumilla Monastrell, y
envejecido en toneles de madera más cerca del rancio que del vino de mesa, el presente de la zona no
puede ser más halagüeño, y sus vinos
tintos han iniciado una línea ascendente
que parece imparable que los han
situado entre los grandes del país, gracias
a las mezclas de Monastrell con Cabernet
Sauvignon, Merlot y Syrah. Se
produce algún blanco y rosado de momento no reseñables,
esperamos que mejoren, porque los tintos,
pueden ser los perfectos embajadores para introducir todos los vinos de Jumilla en el marcado
nacional como internacional.
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