Un paseo con los ojos abiertos por Las Palmas de Gran Canaria (4)
Seguimos
subiendo hacia el Puerto de la Luz, por
la calle Albareda desde el Parque de Santa Catalina y nos
encontramos con una construcción hecha en hierro forjado, es el mercado municipal del Puerto, uno de los de abastos con los
que cuenta la ciudad. Está ubicado cerca
del puerto, construido en el año 1894, fue sometido a obras de
acondicionamiento al principio de la década de los noventa del pasado siglo.
Esta remodelación
se llevó por delante un edificio anexo donde estaban situadas todas las pescaderías. Lo tengo grabado en mi
memoria, estaban llenas de peces de todas las clases de la especial y
sabrosísima fauna autóctona canaria, aquello olía a mar, se podía decir muy
bien que era un trozo de Océano en la
ciudad. Parece que el fin de las obras que se siguen haciendo, es
convertirlo en un Gastro-mercado, innumerables
bares, cafeterías, rincones gourmet, etc. ¡¡¡
Qué pena!!!
Este
edificio es un ejemplo casi único en Gran
Canaria de la arquitectura del hierro de finales del
XIX y principios del XX, de claro origen francés.
Se trata
de un edificio de planta cuadrada, que
ocupa la totalidad de la manzana, con una extensión de aproximadamente 1700 metros cuadrados, se encuentra
limitado por cuatro calles; en su parte
más meridional la calle de Rafael
Bento Travieso, en su flanco sur la
calle Tenerife, al este la calle López
Socas y en el poniente la calle
Albareda, lo que contribuye a enmarcarlo en un contexto marcadamente
urbano.
Este
mercado con el desarrollo del puerto se
convirtió en una zona de atracción urbana, sufriendo por esto una brutal
urbanización.
Es un inmueble de planta central, libre, con cobertizo plano. Dos “bóvedas”, coincidentes
con los cuatro accesos, que en la fachada
se localizan con remate en frontón, se cruzan en una cúpula octogonal. Los perfiles de fundición llegan a
convertirse en elementos de un elevado
valor decorativo, calificado por algunos, como ejemplos de “art noveau”, destacando igualmente el
empleo de vidrio en huecos y cubierta como elementos ornamentales.
Sigo mi
paseo hacia el Castillo de la Luz, hoy
Fundación de arte y pensamiento
Martin-Chirino con la añoranza de no volver más a oler el Océano y ver sus pescados en el actual y aséptico Mercado.
Comentarios
Publicar un comentario