Un desfile de veraneantes
Los pueblos y las ciudades de nuestro país, exceptuando las
grandes capitales del mismo, tienen un ritmo vital que va cambiando con el
transcurso del año. Existen en estos lugares dos grandes estaciones anuales: el
invierno con su soledad, la gente corriendo por la calle para refugiarse lo
antes posible de la mala meteorología reinante, bien en su casa o centro cívico
donde se apelotonan, tomando un café, criticando a los demás, ellas lucen el
abrigo de visón o ellos el de alpaca peruana y rápida vuelta al hogar.
Pero llega la estación
del sol que lanza al personal a la calle, llegan las vacaciones, ya se puede
salir con tranquilidad a pasear por la calle principal de la ciudad normalmente
donde están todas las cafeterías, bares y terrazas existentes. A esto se junta
algo muy importante, llegan los hijos del lugar que tuvieron que marcharse de
la Ciudad-madre a otros lugares, bien para estudiar, trabajar o en una palabra
intentar encontrar una situación económica y vital mejor de la que tenían antes
de haber emigrado de su lugar natal , cosa que a veces no consiguen, pero no
hay que demostrarlo aquí, en su pueblo.
Es un verdadero
espectáculo el que se puede presenciar bien sentado en un bar de la calle
principal o paseando entre la gente por dicho lugar.¡¡¡Que matrimonios tan
cogiditos del brazo!!! Aunque no lo hagan el resto del año, pero ¡¡¡hay que
aparentar felicidad!!! Como brillan las pulseras y sortijas que llevan las
damas en este paseo ¡¡¡oro, oro puro!!! ¡¡¡Qué bien nos va!!! Ellos con la
última moda veraniega de los almacenes de la ciudad donde viven normalmente,
saludan a los amigos, intentan deslumbrarlos. ¡¡¡Vosotros no lleváis estas
cosas, no habéis salido de aquí!!! ¡¡¡Qué bien nos va y no a vosotros!!!
APARENTAR, APARENTAR y
APARENTAR causando envidia es el principal motivo vacacional de personas que se
trasladan unos días a su lugar de nacimiento. En algunos lugares las vacaciones
se convierten en la FERIA DE LAS VANIDADES.
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