ENCARCELADO AL SOL
Uno
de los sentimientos que desea el ser humano con más intensidad es el de la plenitud, la libertad, es como si
estuvieras inmerso en un mar especial que es el espacio y si encima estas en
una zona de costa, con un mar esmeraldino,
un cielo con un color azul espectacular y un aire transparente casi cristalino, ya la cuasi felicidad es completa.
La falta de tacto a la hora de diseñar los pequeños detalles de las zonas de
esparcimiento de determinados lujosos
hoteles que pueblan nuestras costas, tanto peninsulares, como insulares, dan al traste con ese sentimiento de
plenitud y libertad del que hablo más arriba, convirtiendo esa sensación feliz de contacto personal, tanto físico, como
espiritual con la naturaleza en un tomar
el sol encarcelado.
Me refiero concretamente
al Hotel “Meliá-Tamarindos” sito en la Playa de San Agustín en Gran Canaria,
es por otra parte un excelente establecimiento hotelero, dotado entre otras
cosas de un magnifico jardín tropical. Pero
como la instalación hotelera, termina en la Playa de Las Burras, el límite
del jardín y el paseo marítimo que lo separa del mar, es una pared, dividida en dos partes: una
base de piedra, ya que el jardín está
a más altura que el paseo y unas tiras
cruzadas de metal, hasta completar la altura de la pared, que forman como
una red de cuadritos por donde se cuela el sol. Dicho así no parece nada, pero es allí precisamente, donde muchas
veces me he tumbado en hamacas a tomar el sol.
Quiero expresar aquí, la impresión desagradable que causa
mirar el mar a través de los cuadritos
metálicos a los que he hecho mención antes y levantar la cabeza y ver el sol libre absolutamente. Y es en esta
zona donde se encuentra un solárium para clientes especiales.
Yo
he tenido que abandonar este por otra parte maravilloso sitio, en varias
ocasiones, para salir a la calle y sentirme libre. ¡¡¡ Creo que es un problema que tiene solución!!!.
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