LA TEMPESTAD Y LA CALMA









Yo vi del rojo sol la luz serena
turbarse, y que en un punto desaparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo con tiniebla de horror llena.

El austro proceloso airado suena,
crece su furia, y la tormenta crece;
y en los hombres de Atlante se estremece
el alto Olimpo y con espanto truena.

Mas luego vi romperse el negro velo
desecho en agua, y a su luz primera
restituirse apriesa el claro día.

Y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: “¿Quién sabe, si le espera
igual mudanza  a la fortuna mía?”

Juan de Arquijo (1567-1623)
Caballero Veinticuatro de Sevilla

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