El lavavajillas: posible causa de divorcio y trastorno mental.


Una mañana de invierno, la cocina de una casa media de un hogar medio madrileño, miembros de la familia se disponen a desayunar. Hasta aquí, todo normal.

Se oyen gritos lastimeros, es el ama de la casa, ¿qué le habrá pasado?, ¿algún accidente?. ¡¡¡ No ¡!!!. Es más sencillo, ha abierto la puerta del lavavajillas,  este tenía algunos platos con insignificantes rastros de comida y no estaban colocados en el orden de tamaño correspondiente dentro del aparato… A esto siguió una retahíla de lamentos e imprecaciones: ¡¡¡  Tú marido, nunca me haces caso, me voy a ir  de esta casa, me va a dar un infarto!!!, ¡¡¡ lo hacéis a posta, para fastidiarme!!! ¡¡¡ no me vais a ver!!!, ¡¡! estoy enloqueciendo ¡!!! , y similares exclamaciones…

Esto es un ejemplo de lo que puede ser una escena doméstica, donde alguien cree que hay que trabajar para las máquinas y no piensan que estas están para servirnos. Hay personas que antes de meter la vajilla en uno de estos aparatos., la limpia concienzudamente pieza a pieza con cepillo, detergente de mano, abundante agua… ¿Para qué quieren entonces el lavavajillas? Y así en otros muchos casos…

Si el progreso ha logrado la invención de aparatos que nos hacen la existencia y sobre todo la vida diaria, mucho más fácil y cómoda. Aceptémoslos como son, solo sigamos sus instrucciones, y a disfrutar de más tiempo libre sin disgustos ni preocupaciones.









Yo pienso que las personas que tienen  estos comportamientos neuróticos, frente a los aparatos es que piensan, que la tarea que se les encomienda no la van a hacer también como ellos la venían haciendo y cualquier error en el funcionamiento de los aparatos o de colocación, va a incidir en el resultado final.

El buscar un punto medio en el manejo de estos adelantos es lo perfecto. No pasa nada porque un plato tenga un poquito de grasa, lo malo sería que  tuviera, un trozo de tocino magro grandecito pegado.

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