…Comida familiar…


La familia, es un grupo de personas emparentadas entre sí, (padres e hijos…) y que viven juntas bajo la autoridad de uno de ellos. Es el grupo tradicional en el que hemos nacido, crecido, educado… y que nos sirve como plataforma de lanzamiento para entrar como miembro en el mundo circundante.

También es un conjunto de ascendientes, descendientes y demás personas emparentadas directa o indirectamente entre sí. La familia en cualquiera de sus grados se conoce, a veces se soporta, aunque no hay obligación por parte de sus miembros de quererse y simpatizar por el hecho del parentesco, más o menos próximo. El cariño verdadero ni se compra, ni se vende, sino que se siente. Tenemos que desterrar, aquello tan bonito de la sangre como vehículo de simpatía y cariño, tan en boga siempre en nuestro solar hispano.

Todo esto viene en relación con una comida a la que tuve que asistir el pasado domingo. Se celebraba el último cumpleaños de la dueña de la casa (por cierto viuda, desde hace poco tiempo). Los asistentes verdaderamente singulares: viuda e hija rigurosamente de negro, un matrimonio divorciado que no se hablan, dos hijos de este matrimonio que tan poco se hablan, uno de los hijos casado, con su mujer y dos pequeños, casi lo más inocente de la fiesta. Una hermana de la dueña con su marido bastante cabreado con ir a la comidita de la singular cuñada bastante lenguaraz por cierto y un hijo de los mismos. Un calor agobiante se adueñó de la casa, las enlutadas dueñas de la casa tenían frio y les importaba una higa que los demás estuvieran al borde del infarto, las caras de los asistentes rojas y a reventar por el calor. Para que seguir…, donde no hay cariño, hay convencionalismos sociales, hay calor ambiente…








Recuperemos la familia en todos sus grados, basada  en la empatía de todos sus miembros y ¡¡¡ recordemos que la sangre es muda, solo roja y sin más!!!

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