Ir a por hierbas medicinales

Cuando a lo largo del tiempo, todos hemos ido en alguna ocasión, a pasar bien un día en el campo, o hemos estado pasando una temporada en un pueblo, en cualquiera de los casos en esta situación parece que el tiempo pasa más despacio por lo que siempre ha habido que buscar nuevas actividades, para tratar de rentabilizar ese tiempo que nos sobra.

Sobre todo en los pueblos del interior peninsular, o de su zona montañosa, era y es ir a buscar hierbas medicinales. La persona urbanita siempre ha tenido la idea de que todo lo que consigue en la ciudad, su ciudad está adulterado y que en la Naturaleza se encuentran las cosas naturales. Por eso cuando llega a un espacio natural, se lanza de manera endemoniada a buscar hierbas medicinales, que le han recomendado amigos, familiares y revistas especializadas para remediar los males que le afligen; manzanilla dulce y amarga, boldo, tila, poleo… Si tiene la suerte de encontrar esas plantas las coge arrasando, destrozando lo de alrededor, como un moderno Atila, allí donde puso el pie no vuelve a crecer la hierba. Ya en su casa las va a tomar con unción casi religiosa, ¡¡¡ son naturalísimas, las he cogido en el campo ¡¡¡

Yo prefiero para evitar o bien la equivocación en la selección de la planta, o que este empapada en cualquiera de las sustancias químicas de las que por desgracia se derraman por el campo,  y comprarlas en la ciudad. Hay en esta, cadenas de establecimientos que se dedican a vender estas hierbas, bien solas o mezcladas con otras y los aditamentos para tomarlas aprovechando mejor su sabor y propiedades medicinales; tazas, jarritas, coladores, pinzas…Además estas tiendas te dan un plus de fantasía con los maravillosos nombres que dan a sus mezclas; manzana dorada, valeriana guarden, indian yogui, piel de melocotón, coctel de frutas… Aunque estas mezclas sean muy malas, prefiero que me maten con poesía. La recogida en el campo la dejo para los botánicos expertos.

¡¡¡ El campo solo para andar y  tomar el aire ¡¡¡