Dos vascos y un riojano fundan una Bodega

Dos hermanos de Bilbao y un amigo riojano fundaron en 1879 la empresa Corcuera, Real de Asúa y Compañía, embrión de lo que más tarde se llamaría Compañía Vinícola del Norte de España (C.V.N.E). Establecieron la bodega en Haro, capital del vino riojano, aunque la sede de C.V.N.E se mantendría en el ensanche bilbaíno.

La primera sociedad no tenía dinero suficiente como para seguir con la aventura riojana por lo que tuvieron que ampliar el capital a 300.000 pesetas, suficientes para levantar en 1884 la bodega CVNE entre el Ebro y la estación de Haro.

En Alfaro establecieron una destilería que producía coñac, mientras que en Haro también llegaba el primer espumoso de la casa, denominado simplemente espumoso de Rioja.  Comenzó a obtener por entonces importantes premios de reconocimiento a sus vinos, en certámenes de Barcelona, Paris, Amberes, Londres…

CVNE producía un vino igual que el claret francés, convirtiéndose en el modelo riojano de vino fino, tal y como se llamaba en aquella época a los vinos hechos al estilo francés. También elaboraba el “Castillo de San Mateo”, más tarde denominado “Viña Real”, con el fin de atender a los clientes que demandaban un vino más recio, oscuro y tánico lo que se denominó “tipo borgoña”

De las bodegas históricas riojanas CVNE es la que más ha mantenido una filosofía renovadora desde sus comienzos. Los mercados de Holanda, Bélgica, Brasil e incluso Canarias.

En 1915 nacía el mítico blanco Monopole de la mano de Pedro Juan Galindez, presidente del Consejo de Administración y pionero en las elaboraciones sin crianza frente a los tradicionales blancos dorados criados en madera.

Trece años más tarde creó el legendario “Imperial”, nombre que lo toma de la pinta imperial inglesa usada en las embarcaciones a vela que surcaban el Abra bilbaíno.







También de su mano llegó el “Viña Real”, de inspiración alavesa, ya que se elaboró en la bodega de Elciego. 

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