Cuando el diablo no tiene que hacer…

En un trabajo, las personas que lo realizan se caracterizan por formar grupos e intentar con las demás estar unidas por afinidades bien afectivas, motivacionales, egoístas…buscando vivir de la manera más cómoda  placida el tiempo y realización  de la jornada laboral.

El problema surge cuando a lo largo de la jornada, hay oscilaciones en la carga de trabajo, o sea que hay momentos que no se hace nada. Sobre todo en actividades cara al público, ¿Cómo rellenar esos huecos en blanco? Muy sencillamente chismorreando. ¿Qué es eso?. Según el D.R.A.E chismorrear, es propagar noticias normalmente falsas sobre los demás o sea comentar  vidas ajenas, en ausencia de sus protagonistas, por lo que en principio, en esta definición se percibe un primer signo de bajeza en esta actividad, por otra parte tan popular

En vez de pasear, leer o hacer cualquier otra actividad gratificante para nuestra vida nos dedicamos a diseccionar con el bisturí viperino de la maledicencia la vida de los demás ausentes. ¿Por qué?, porque muchas veces en esta bonita actividad, tratamos de enmascarar nuestra propia medianía, creyéndonos superiores a las víctimas que hemos elegido para nuestra maledicencia, a las que acompañados con otros “compañeros” del mismo orden y calidad, estamos como se dice en el antiguo dicho castellano “cortando un traje”, pero repito siempre en su ausencia.

La persona humana es la única propietaria de su vida e intimidad  que no puede quedar en manos de agrupaciones de mal pensantes, que encima pomposamente se califican como “compañeros”, ese título lo tienen pocos, el resto serán simplemente conocidos.
Ese cotorreo, es negativo para todos, cotillas y sus víctimas porque se va creando un mal ambiente en el ámbito tanto laboral como no laboral, que entenebrece las relaciones humanas y en esta situación todos se convierten en víctimas con los consiguientes sufrimientos.







¡¡¡Cuando el diablo no tiene que hacer…¡¡¡ menos chismorrear de los demás, hagamos cualquier cosa.

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