Un invierno que parece primavera
Primeros
días de Enero del 2017, me asomo al
balcón de mi domicilio madrileño, es casi medio día, me froto los ojos, un
cálido sol de casi primavera inunda el ambiente… ¿estaremos en
invierno o en primavera y no me habré dado cuenta? .Rápidamente caigo en la
cuenta de que no me equivocado, estamos
en invierno.
Esta auténtica inversión térmica que estamos sufriendo
en estos últimos tiempos, está cambiando tanto a la naturaleza como a las
personas. Todavía hay árboles que no se
han desprendido de su manto de hojas, a estas alturas del invierno astronómico, cuando años atrás
en estas fechas los arboles estaban totalmente pelados, frutas y flores que se
producen a destiempo, la naturaleza anda un poco o un mucho enloquecida.
Con respecto a las
personas, se pueden
ver por las calles de mi ciudad (Madrid)
cosas curiosas.
Sales
por la mañana y vas con una ropa que crees suficiente, de acuerdo con la
temperatura reinante, pero ya en la
calle comienzas a dudar de ti, sientes eso sí la confortabilidad necesaria
para seguir tu camino, pero miras a tu alrededor y en vez de estar en la capital de España, crees que estas en territorio antártico, la gente pasa
y se mueve con una exhibición de ropa de invierno, que es para ver, bufandas, pañuelos, pasminas… de lana y
otros tejidos calientes, que apenas dejan ver los ojos de sus portadores. Guantes, que serían la delicia de un
esquimal conductor de trineos, abrigos guateados, prendas varias propias de una
capital del norte de Europa, en plena tempestad de nieve. Ante lo que veo, me pregunto ¿estaré
enfermo, tendré fiebre y por eso tengo el calor que tengo?, levanto la vista y me encuentro con un poste con termómetro, ¿qué
temperatura marca?... once grados. Esta
temperatura, ¿da para esa exhibición de ropa de invierno? o ¿es que vivimos
con el calendario? o ¿es que tenemos que
¡¡¡ En todas las
circunstancias de la vida, seamos nosotros, sin que nos influya el calendario y otras cosas ¡!!
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