Sorpresas en Madrid
Madrid
es una ciudad que aunque machacada por una especulación galopante, nos ofrece todavía sorpresas, andando
por sus calles. Muy cerca de la Plaza de
Colón, hay una zona muy tranquila y repito lo de tranquila, su nombre la calle de Orfila.
Primera sorpresa: Esta calle es en honor de un gran
científico español de fama internacional, menos en España lógicamente Matéu Josep Buenaventura Orfila i Rotger. Nacido
en Mahón el 24-IV-1787 y muerto en París el 12-III-1853, conocido como el
padre de la Toxicología científica.
Segunda sorpresa: En el número 6 de la calle, se conserva
un precioso palacete, ocupado actualmente por un delicioso establecimiento
hotelero “El Hotel Orfila” que es un auténtico museo, lleno de muebles de época
mármoles y preciosas piezas artísticas. Es de destacar los soberbios
trampantojos del patio.
Tercera sorpresa: El restaurante
del hotel. “El Jardín de Orfila”, un
precioso y tranquilo local, con vistas al patio de los trampantojos. Primer dato a señalar, la
profesionalidad y simpatía del servicio, que tiene la difícil facilidad de
atenderte irreprochablemente sin agobiarte.
La
carta basada en cocina mediterránea pero con atinadísimas concesiones a los nuevos conceptos culinarios. El
tratamiento del producto el adecuado destacando sobre todo los sabores
naturales de los alimentos. De lo que
comimos en el día de ayer, mi familia y yo, quiero destacar tres platos, a
mi manera de ver y comer insuperables. Una
ensalada de zamburiñas realmente extraordinaria.
Cococha de atún glaseada, un sabor maravilloso en tu boca. No quiero olvidarme de un bacalao confitado excepcional. Para más INRI el jamón ibérico de bellota con el que comenzamos, para no olvidar en tiempo. Los postres y licores dulces, un perfecto final para una comida, auténtico regalo de Reyes.
Es
increíble encontrar un oasis de tranquilidad y calma así, en una zona de Madrid donde las prisas, los automóviles y la contaminación se enseñorean del
ambiente.
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