La botella (y 2)

Será en este mismo siglo XVII cuando la evolución de la botella adquiera una nueva dimensión como contenedor de vino, con la adquisición del  corcho como tapón y con el descubrimiento del almacenaje del vino en su interior. Este último hecho provoco el cambio de formato que pasó de la botella mallet a la botella de cuerpo cilíndrico inventada por el inglés, sir Kene Digty.

En sus orígenes este tipo de botella se  caracterizaba por tener un cuerpo relativamente corto para un cuello largo. Las transformaciones de las formas de las botellas se fueron continuando hasta que hacia 1820 aparece el primer molde metálico que unificaba la forma y tamaño de la botella en cuya base aparece el nombre del fabricante Ricketts & Co. Bristol Glasswork.

Las botellas etiquetadas hicieron su aparición en el siglo XIX, inicialmente de forma muy rudimentaria (etiquetas manuscritas) y posteriormente impresas en papel. En la actualidad las diferentes formas, tamaños y colores corresponden más a una preferencia estética que a una funcionalidad concreta de la botella sobre el vino. Así, algunos Châteaux tienen botellas particulares y distintivas, como la pesada botella  de Chateauneuf-du-Pape o la de Chateau-Grillet. En Italia se presta especial atención al diseño de las botellas, especialmente las de



grappa. Las botellas italianas tienden a utilizar cristal oscuro y pesado. Algunas formas están asociadas a determinadas regiones (Burdeos, Borgoña o Champaña).


El color de la botella también es determinante, desde el azul de la época Victoriana hasta nuestros días. Los vinos que no pasan maduración en botella (rosados y blancos, salvo excepciones) suelen ser embotellados en cristal claro, mientras que el cristal verde, amarillo-verdoso, o negro es destinado a vinos con envejecimiento en botella ante la prevención del efecto de la luz sobre el vino.

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