Una histórica pastelería madrileña
En Madrid, en la calle de Mayor 10, existe todavía,
una vieja, histórica y deliciosa pastelería, un precioso legado del siglo XIX,
“EL RIOJANO”.
Fundada
en 1855 el pastelero personal de la reina María Cristina de Habsburgo, Dámaso
Maza, oriundo de La Rioja (concretamente de la zona del Camero Viejo), de ahí
el apodo con el que se le conocía y que da nombre al establecimiento.
A
lo largo de más de 165 años, sus cuatro paredes han visto desfilar ante sus
vitrinas cargadas de exquisiteces a numerosas figuras ilustres de la vida
española, desde la propia reina María Cristina, que gustaba de visitar el
establecimiento y degustar allí sus exquisiteces, hasta personalidades de todo
tipo, destacando el nobel Jacinto Benavente cliente muy asiduo.
El
fundador no tuvo descendencia por lo que el negocio pasó a mano de sus dos
maestros pasteleros, que, a su vez, unieron en matrimonio a sus hijos para
asegurarse la perpetuidad de la unión personal y laboral. Así se han mantenido
durante siete generaciones hasta que los actuales propietarios, como pasó con
Dámaso Maza, lo recibieron de sus jefes por falta de descendencia.
Aunque
de pequeñas dimensiones en el interior se crean y guardan grandes tesoros. Lo
que primero que llama la atención al visitante, sin duda, son las estrechas
vitrinas del escaparate, repletas de suculentos dulces. Una vez pasado el
trance, el que se adentra en la pastelería puede seguir deleitándose con una
amplia variedad de dulces (pasteles, roscones, pastas del consejo...). Pero es entonces cuando empiezan a ver otros
tesoros como son la decoración de estucados en el techo, las lámparas y
apliques isabelinos, y, sobre todo, los magníficos mostradores y vitrinas de la
tienda, construidos por ebanistas de palacio con caoba traída de Cuba, cedidos
por la reina María Cristina, ricos bronces y mármoles de Carrara.
La
decoración interior, apenas se ha visto modificada en estos más de 160 años de
existencia, salvo por la inclusión de alguna vitrina más moderna y el cambio
del suelo de tarima por mármol de Macael de excelente calidad. Aún se conserva el primitivo
horno de leña, así como la caja registradora y basculas antiguas, que esperan
un hueco en un futuro salón de té.
¡¡¡EL
RIOJANO, UN MONUMENTO MÁS DE MADRID!!!
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