Una cata de jamón
La naturaleza ha dotado a este viejo país con
forma de piel de toro, llamado España de innumerables maravillas para ayudar a
la alimentación de sus habitantes, y así mismo ha dado a estos, ideas para la transformación
de estos productos en auténticos milagros gastronómicos que hacen de la
ingestión de los mismos un auténtico placer.
Han proliferado últimamente catas de estos
productos y de otros para acostumbrar a la gente que el comer es una operación
necesaria para nuestro sostenimiento, pero en la que intervienen los cinco
sentidos corporales, por lo que debemos saber lo que comemos, tipos, calidades,
texturas, sabores, clases, con que
debemos acompañarlo para resaltar su sabor (maridaje) …
Ayer asistí a una cata de jamón, embutidos
ibéricos y vinos para maridar. Tuvo lugar en un casi recién estrenado
establecimiento en Madrid “El Arte del
Jamón”, sito en Atocha 11. La raza porcina ibérica tiene su lugar natural de
nacimiento, crianza y engorde en las grandes dehesas salmantinas, extremeñas y
andaluzas, con plantaciones de estos árboles
tan hispanos, como son las encinas que producen ese fruto, llamado “bellota”
que alguien definió “el alma del jamón” las ingiere el cerdo cuando caen de los
árboles en “la montanera”, dando lugar
al prodigio de los ibéricos.
El jamón tiene como todo en la vida su
clasificación: Ibérico de bellota, cuando el animal ibérico puro esta siempre
en el campo, solo se alimenta de las bellotas de la montanera. Ibérico de
recebo, cuando la alimentación del animal también de raza ibérica, es una parte
con bellota y en el final del periodo de
engorde, se estabula y toma pienso.
Recebo, el animal puede ser de cualquier otra raza menos la Ibérica, esta
estabulado y se alimenta solo con pienso.
Las diferencias entre las distintas
denominaciones de origen son ostensibles: Extremadura, Guijuelo, Valle de los
Pedroches…color, textura, grasa…
Una experiencia muy interesante y
recomendable, siempre que se tenga al lado a un Jorge al que agradezco todas
sus atenciones.
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