Una avería doméstica o atado de pies y manos


El daño, fallo o rotura de un mecanismo, de un aparato o de un vehículo, pone de manifiesto la nulidad a la que estamos llegando por aquello de que cada vez tenemos menos iniciativa propia, ya que muchísimos hechos que conforman nuestra rutina diaria, están pasando sin prisas pero sin pausas, a ser realizados por multitud de máquinas y utensilios digitales que según la publicidad, pretenden hacernos, cada vez más fácil la vida.
Un lavavajillas , deja de funcionar. Las torres de cacharros de todo tipo, que se forman en la cocina de una familia normal, son de record. No hay platos limpios, cubiertos…Como vamos a limpiar eso a mano, si no sabemos. 
Hay que iniciar la búsqueda desesperada de un técnico, que sepa arreglar el estropicio. Después de innumerables gestiones, conseguimos uno, de presunta garantía. Le pedimos que vaya a nuestra casa, le  rodea al llegar, un aura de Premio Nobel y cuando se enfrenta al electrodoméstico dañado, parece un genial cirujano pretendiendo salvar la vida a un enfermo casi muerto. La ansiedad se masca en el ambiente ¿conseguirá que volvamos a tener platos, vasos, utensilios limpios…?, felizmente lo consigue. Pero viene el segundo acto: la factura del arreglo.








Se oye un grito ahogado, por un falso pudor, es el del contratante del servicio al ver la cantidad de dinero, que figura en la factura, que le presenta el genio ejecutante. ¿Habré contratado sin saberlo a un ingeniero del M.I.T?, lo paga con pulso vacilante… y hasta la próxima avería.

Prevengamos estas cosas, cuidemos y no maltratemos nuestros aparatos. Recordemos a nuestros antecesores, no tenían problemas de limpiar las vajillas, ropas…de manera manual con agua, jabón y restregón y quedaba todo súper-limpio, aseado y reluciente…reaccionar de esta sencilla manera a estas contingencias y otras que pudieran presentarse de otros dispositivos. Leamos las instrucciones de los aparatos, a lo mejor descubrimos, que esas pequeñas averías, las podemos arreglar nosotros sin mayores problemas técnicos, personales y con un gran ahorro de disgustos tontos y dinero.

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