Latinoamérica, una palabra con fondo
Hay
algunas palabras inocentes que nos van ayudando a destripar algunas verdades
molestas, veamos un caso curioso.
A
mediados del siglo XIX aparece en el horizonte europeo una palabra nueva. A
partir de la independencia de las naciones que habían conformado la Monarquía
Hispánica, los franceses comienzan a usar el vocablo “Latinoamérica” en un
claro intento de incluir a Francia en el nuevo mapa político de Sudamérica.
La
palabra “Hispanoamérica” no se debía usar porque resaltaba la presencia
española en el continente y parecía como si solo ellos hubieran hecho algo
allí.
La
otra palabra concurrente, “Iberoamérica”, tampoco era satisfactoria porque solo
hacía referencia a los pueblos peninsulares y dejaba fuera la importantísima
labor de Francia en aquellos lares: Haití, Guadalupe, La Martinica, La Guyana…
Tráfico de esclavos a gran escala y penales básicamente. Intentando convertir
en invisible lo que na había forma de obviar y ponerse en pie de igualdad con españoles
y portugueses, comienzan los periódicos
franceses a poner en circulación la palabra “Latinoamérica”. Lo latino es una
unidad superior de pueblos con idioma de origen latino, a cuya cabeza estaba
Francia, así se olvidaba la Historia de
los países con imperio real en América.
Hay
discusión sobre quien inventó el término. Para unos es el poeta chileno exilado
en París Francisco Bilbao, en 1856. Otros consideran que su primera aparición
es un poema de José María Torres Caicedo, también de 1856, llamado “Las dos
Américas”. Tuvo en cualquier caso un éxito inmediato en una coyuntura que era
favorable a la idea de que Francia podía expandirse por “Iberoamérica”, que
debía convertirse en “Latinoamérica”. Es posible que el neologismo hubiera
pasado sin pena ni gloria si no hubiera sido rápidamente adoptado y
promocionado por la clase dirigente e intelectual francesa, que lo usó como
un modo de legitimar el enésimo intento
francés de tener un imperio en cualquier sitio. Apoyar a la expedición francesa
de ayuda al emperador francés-mexicano Maximiliano I, que fue presentado como
un latino y que fue un sonado fracaso.
CUIDADO
CON LAS PALABRAS y el lenguaje, distorsionan los hechos y la realidad.
Numerosos ejemplos tenemos en España de esto, los problemas armados, políticos,
independentistas que nos han aquejado y aún nos aquejan, tienen alguna de sus
bases en esto que comentamos, la perversión del lenguaje.
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