Chacolí de Vizcaya (Bizkaiako Txakolina)


La dispersión del viñedo por toda la provincia de Vizcaya es una nota característica de esta Denominación de Origen cuyas zonas de producción más destacadas son la costera de Baquio y la interior de Balmaseda. Un viñedo, que hasta hace relativamente poco tiempo había estado sometido a un retroceso creciente y que ahora está siendo ampliamente rehabilitado. Las vides crecen en laderas, más o menos inclinadas, sobre unos suelos pardos húmedos que alcanzan un buen nivel de rendimiento.

De momento, las variedades autorizadas por el Consejo Regulador son: las blancas Hondarrabi Zuri y Folle Blanche junto la tinta Hondarrabi Beltza. En el caso de las tintas el Consejo busca la primacía de la Hondarrabi Zuri, uva de gran calidad, sobre la Folle Blanche, que transmite ciertos caracteres herbáceos al vino den la zona y que ya tiene una participación limitada.

En la Denominación vizcaína también se elabora Chacolí tinto y rosado, conocido como “ojo de gallo”, aunque las tendencias apuntan a su disminución, ya que la apuesta va encaminada a la especialización en la vinificación del Chacolí blanco, el vino típico de Euskadi.

Aunque su sonoro nombre ha sido siempre popular, lo cierto es que el consumo de este tipo de vino ha quedado limitado al País Vasco y es a partir de los últimos años cuando el Chacolí está empezando a traspasar sus propios límites.








El Chacolí blanco de Vizcaya es de color amarillo pajizo o acerado y a veces presenta irisaciones verdosas. En su aroma se distinguen notas flores y frutales con toques herbáceos debido a la presencia de la uva Folle Blanche. Son vinos frescos, ligeros, con un punto de acidez, muy fáciles de beber. Ideal para el chiquiteo y para acompañar quesos del país, pescados y mariscos.

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