Cleptomanía, política, dimisión y otras cosas


En España, por desgracia, no existen protocolos para prevenir y en su caso tratar de curar trastornos psicológicos o enfermedades psiquiátricas.

Por motivos de actualidad, me voy a referir a la cleptomanía. Es un impulso irrefrenable al hurto, teniendo el sujeto que lo padece incapacidad repetida para resistirse a los impulsos de robar cosas que generalmente no son de gran valor. Sienten una marcada tensión emocional antes de realizar el acto y una placentera sensación de gratificación al realizarlo, no hay planificación previa, lo hacen en solitario. No lo hacen movidos por sentimientos de enojo o venganza. En la mayoría de los casos, posteriormente desarrollan sentimientos de culpa.

En política, como en otras muchas actividades de la vida, no solo hay que serlo sino demostrarlo, una persona que ejerce elevadas responsabilidades de gestión, está siempre expuesta a la mirada inquisitiva de los gobernados y debería ser ejemplo de todas las virtudes ciudadanas.

Los partidos políticos, con sus distintos programas de actuación que deben ir siempre dirigidos a solucionar los problemas de los ciudadanos que son los que han elegido, pueden y deben luchar noblemente para imponer sus ideas que siempre repito deben ir encaminadas a la mejora de quienes les elevaron al puesto que ocupan.

Esta lucha, debe ser siempre lucha de: programas, ideas, realizaciones…nunca es lícito sacar a la plaza pública los problemas personales de toda índole de los rivales políticos, con el único objeto de hacerlos desaparecer  de la escena política, mediante calumnias y contar con un enemigo menos.

Para conseguir una mayor trasparencia en la vida política española, es imprescindible cambiar  la ley electoral vigente. No es de recibo que los secretarios de los partidos se reúnan para hacer una lista de candidatos cerrada, en donde van gentes de todo tipo, con el único nexo de unión de la fidelidad a la autoridad del partido, no su valía. ¡¡¡ ¿Para cuándo listas abiertas?!!!








Si las personas elegidas no se ven con fuerzas para cumplir con la misión asignada por las urnas, la conjugación, bien personal u obligada, del verbo DIMITIR en primera persona o en imperativo debe ser inmediata.

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