Soy un anciano feminista
Tengo
que hacer una primera confesión, soy viejo, viejísimo y a mucha honra. Lógicamente durante esta ya mi
larga vida he visto cambios radicales y otros no tanto en el devenir de la vida
española.
Un cambio radical, el de la mujer que era como
un objeto de propiedad privada de los padres que lo cedían al hombre llamado a
ser la pareja de la “niña” sobre la que el marido seguía ejerciendo el mismo
férreo dominio que ejercían los padres. Hasta las que yo llamo “radicales” que tienden con sus
mensajes y actuaciones a crear un inmenso gineceo en el país, con su
correspondiente serrallo lleno de malvados “hombres objeto”.
Se
está pretendiendo crear una autentica confrontación, o lucha radical de sexos,
por una libertad que no es tal, con consecuencias nefastas para la sociedad
cuyos primeros efectos negativos se están empezando a notar.
La
libertad femenina ha conseguido pasos significativos, pero aún quedan muchos
logros que conseguir. Estos se lograran cuando nos demos cuenta que se
conseguirán por parte de la mujer con la colaboración incondicional del hombre. Es un auténtico sofisma (mentira disfrazada
de verdad), el que los hombres y las mujeres, son iguales ¡¡¡ no son iguales!!! Lo que son ambos, complementarios y libres.
Mujeres
y hombres complemento unos de otros, pueden y deben avanzar para conseguir
erradicar los malos tratos, eliminar la desigualdad salarial, el acceder a los
puestos los mejores sin tener en cuenta su condición sexual, solo que el
talento de cada uno sea la mejor carta
de presentación, asunción paritaria de las tareas domésticas y del cuidado de
los hijos…
Pequeños
detalles también tienen que desaparecer de nuestra conducta diaria para crear
esa mentalidad igualitaria socialmente tan necesaria ¿Por qué en la mesa
familiar, hay que servir primero a los hombres y luego a las mujeres?, y otros
tantos que no describo por no alargarme.
Este
“viejecito”, pide tener el honor de llevar la pancarta de este “feminismo humano y lógico”, con la mano
desocupada tiro piedras a las pancartas del “feminismo radical” tan actual y
destructivo de la convivencia.
¡¡¡
Soy un ancianito feminista ¡!!
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