La suerte

En el lenguaje coloquial designamos como “suerte” al destino, casualidad o fuerza desconocida que determina el desarrollo de los acontecimientos de manera favorable o adversa.

Sobre la existencia, la necesidad y el influjo de la “suerte” en los hechos humanos, han corrido ríos de tinta, pudiendo decir que sobre este vocablo, su origen y necesidad se han pontificado en demasía. Si consideramos a Europa como el gran continente que ha irradiado teoría, doctrina y conceptos a los demás países, podemos considerar que fue el primero trató a la suerte, como una especie fuerza desconocida normalmente de origen mágico y que ante ella y la dirección que cogiera no se podía hacer nada, el ser humano estaba sometido a su imperio y le marcaba un destino férreo.

Las grandes religiones también han marcado su impronta en esta especie de destino preconcebido, las providencialistas todo lo fiaban a la Providencia que sabía lo que le convenía a cada uno y que ante su destino inexorable, no cabía revolverse y si aceptarlo resignadamente. Los luteranos, está implícito en las tesis de Wittenberg, que Lutero colocó en las puertas del Castillo de esa ciudad alemana, consideran que la suerte, el ser humano la puede cambiar con constancia y trabajo, nada es inexorable salvo la muerte.

En España y en otros países del Sur de Europa, se considera que a la  suerte hay que llamarla, y que entonces viene si  te la mereces. En los sorteos de Lotería hay que determinados números que son los que suelen tocar (que sumen un número par o impar, que sean las cifras de la fecha de un acontecimiento importante para nosotros o para el país…) Actuaciones extemporáneas llaman a la suerte (pasar la papeleta por la chepa de una persona que tenga esta deformidad o por la barriga de una mujer embarazada…) y otras la repelen (cruzarse con un gato negro, que el que te venda la papeleta sea bizco y así sucesivamente).









Yo pienso al revés de muchos opositores a concursos que se pasan la vida buscando una recomendación para lograr las cosas por la puerta de atrás, que la suerte me encuentre siempre trabajando. La suerte se hace.

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