Se ha estropeado el aire
Con
el paso del tiempo, el ser humano ha ido perdiendo múltiples facultades, para
solucionar los grandes y pequeños problemas que le pueden surgir, en todo
aquello que le hace más fácil y agradable la vida diaria. Ha ayudado a esa
pérdida de facultades naturales a la que me refiero, la suplantación de las mismas, por la
invención de numerosísimos dispositivos, resortes y aparatos, que las suplen
con ventaja, rapidez y eficiencia.
Dependemos
tanto de las máquinas y de la energía necesaria para su funcionamiento, que
cualquier avería en las mismas o interrupción en el suministro energético que
las mueve, nos deja en una situación de desamparo total ante la adversidad
técnica solo solucionable por la intervención cuasi milagrosa de un técnico en
la materia.
Debido
a las rigurosísimas temperaturas, que reinan en la mayor parte del país, los aparatos que se usan más continuamente en
estas épocas, son los acondicionadores de aire, que ciertamente nos
proporcionan un gran consuelo térmico, dentro de nuestro mismísimo hogar.
Estamos disfrutando
plácidamente del fresquito acondicionado, cuando va y se para el codiciado
artilugio. No sale nada de aire, ni frio ni caliente, la temperatura reinante
empieza a subir al compás de nuestros progresivos sudores, ¡¡¡ qué horror!!!...La
única solución que se nos ocurre, es obviamente LLAMAR A UN TÉCNICO.
Después
de multitud de llamadas telefónicas y repetidas consultas a internet, conseguimos
la firme promesa de uno de estos SERES ELEGIDOS, previo acuerdo (sobre si iba a
cobrar, o no TASA DE DESPLAZAMIENTO, horas suplementarias...) de pasarse por mi
domicilio para tratar de solucionar la presunta avería.
Cumpliendo
con su palabra, y a la hora convenida, llama a la puerta, el deseado personaje,
personificación para nosotros del deseado aire perdido. Es un personaje de
mediana edad, impoluto su atuendo deportivo con el nombre de su empresa, facha
de líder de masas cosa que pone de manifiesto con las preguntas que sobre la
supuesta avería, nos hace.
Satisfecha
su curiosidad técnica, despliega los rarísimos artefactos, supongo
profesionales, que sacó de dos impolutas maletas que portaba. Desmontó el
aparato como si de una cirugía se tratara. Cogió un pequeño tubo metálico que introdujo
en las tripas abiertas del aparato y ¡¡¡OH, MILAGRO ESTE VOLVIO A FUNCIONAR!!!.
Teníamos aire fresco otra vez. El profesional hizo una reparación tan buena que
volvió a dejarnos HELADOS, CUANDO NOS ENTREGÓ LA FACTURA.
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