En una cena, perdí el oído
Esto me sucedió en el día de ayer, en el restaurante Lili´s de Madrid.
Explico inmediatamente, este casi policiaco encabezamiento. Es un
establecimiento que acaban de inaugurar en las cercanías de mi domicilio y como
me gusta estar al día de lo nuevo en gastronomía, nos dirigimos mi mujer y yo,
a cenar allí.
Llegamos, con reserva previa, nos atienden y
acomodan en una mesa, hasta aquí todo normal. Una vez sentados, me fijo en las mesas, que son demasiado bajas para la
altura de los silloncitos tapizados en terciopelo (posibles alergias)donde nos
sentamos, o sea que hay que curvar en exceso el cuerpo para coger la comida y
que no se caiga en el viaje hasta la boca.
El local estaba lleno hasta los topes y el ruido
que había era auténticamente infernal, salí de allí, con dolor de garganta por
intentar comunicarme con mi mujer, que la tenía enfrente.
Un restaurante recién inaugurado y con ansias
lógicas de pervivir en el tiempo, debe pensar, sobre todo en el cliente. No
solamente se busca en él, una buena cocina, por cierto la cocina de Lili´s, no
es mala, sino todo lo contrario. Se desea también un ambiente cálido donde
poder relajarse y conversar con los acompañantes, sin ese autentico martirio
que sufrimos anoche, acompañados de un incesante ir de camareros ¿pero a dónde?
Pasemos a la comida, tomamos: Burrata con tomate
seco (bastante aceptable y bien presentado). Croqueta de hongos y jamón
(notables solamente, no sobresalientes). Lo mejor de la cena, Calamares a la
brasa, hechos al momento, con guarnición de verduras. El postre: tarta de
zanahoria. ¿Por qué los postres, en la inmensa mayoría de los restaurantes de
Madrid, son tan malos?
La carta de vinos, digamos en construcción. Nos
sirvieron, un rioja (Amadora), que lo mejor que quiero decir sobre él, es no
decir nada.
Pagamos y nos fuimos rápidamente, a la calle en
busca de la tranquilidad y paz, que no
encontramos en LILI´S
Comentarios
Publicar un comentario