Me chupan la sangre, una vez más


Los automóviles, con el paso de los años van acumulando en sus bielas kilómetros y kilómetros recorridos, es tal que tienen que pasar una revisión oficial, para asegurarse que pueden seguir andando, (I.T.V), sin riesgo aparente, en caso de encontrar problemas mecánicos serios, se subsanan y ya está.

 Los seres humanos, como maquinas que se avejentan con el paso del tiempo. Disgustos, tensión, urea, glucosa...se van acumulando en las bielas espirituales del cuerpo, por lo que también hay que revisarlo, para que más o menos funcione, aunque a diferencia con los automóviles, cuando lleguemos a la “FECHA DE CADUCIDAD”, que todos tenemos, pero que desconocemos, ya de poco valdrán las revisiones, iremos al desguace.

Esta mañana, he empezado yo mi revisión anual, que ya iré comentando en todas sus fases y las impresiones que me vayan causando. Hemos empezado, con una extracción de sangre, que me la han hecho, en el Centro de Salud correspondiente. Al llegar allí, veo a un montón de personas, en rigurosa cola, con los papeles necesarios en la mano, esperando turno ante una ventanilla, donde recibía una embatada empleada que comprobaba en las listas, que estábamos para que nos dieran el correspondiente pinchazo.

De ahí, pasamos a otra sala, con cinco boxes que de pronto parecían confesionarios, solo se veían las piernas de las personas sentadas delante de alguien o de algo. Ese alguien eran enfermeras que con una agilidad prodigiosa, nos iban extrayendo de las arterias de nuestros brazos las cantidades del rojo elemento, necesarias para realizar los estudios correspondientes.

Al salir del acto médico, me he sentado para asegurarme que no iba tener una hemorragia por el agujerito del pinchazo que me acababan de dar. Enfrente de mí estaban tres personas, como muy identificativas de la vida humana. Una mujer alta y agraciada, con la mano sujetándose el algodón protector, mirándola no sé porque me recordó, ciertos rasgos italianos en su cara y un busto privilegiado, eran el anuncio de la JUVENTUD. Una madre de mediana edad, cuidándose de sí misma y de su bebe, era la NORMALIDAD. Un anciano, encorvado y agarrado a su taca-taca, era la VEJEZ.








¡¡¡DE LA JUVENTUD A LA VEJEZ, ES LA CLIENTELA TIP0 QUE SE VE EN UN CENTRO DE SALUD!!!

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