Música y espíritu

 La música, es el arte de combinar sonidos vocales, instrumentales o ambos a un tiempo, de manera que produzcan un efecto estético, agradable, sedante o expresivo, en el espíritu de quien la oye.

Los distintos estados de ánimo por los que pasa un individuo tienen siempre una representación plástico-sonora en su mente, que hace que los acepte o rechace en función de lo que representen para él.

Muchos humanos han tenido la necesidad de expresar y comunicar a sus contemporáneos así como a toda la humanidad: como su espíritu ve, siente y manifiesta la visión de su mundo sentimental tanto interior como exterior. En esto consiste en pocas, poquísimas palabras lo que representa una obra musical.

Si podemos crear en un individuo, con una música determinada efectos agradables y sedantes que le hagan olvidar situaciones estresantes, estaremos ante el poder del arte musical como terapia del espíritu.

Cada situación anímica personal tiene su correlato musical. Estar triste deprimido, bajo de ánimo, ¿habrá mejor compañía que la Música, y pongo la palabra con mayúscula, que las obras de los maestros de todos los tiempos tanto europeos, como de otras nacionalidades: chinos, indios…?

Vamos a fijarnos como resumen de todo esto, en el gran compositor alemán Juan Sebastián Bach que supo reflejar como nadie, el valor de la música como elemento transmisor del estado de ánimo del autor, así como los valores sobre los que asentó su vida personal y musical. “La Pasión según San Mateo”, es claro ejemplo de ello, sus discusiones familiares y laborales fueron un claro acicate  para activar su vena creadora.

Las obras de otros autores como Beethoven, Schumann, Mahler… espíritus atormentados por problemas diversos (físicos y psíquicos), han  sido como grandes llamadas de atención al mundo circundante, para ser aldabonazo que llame la atención de su existencia. El caso de Beethoven, en su famoso testamento de Ingelstad reconoce su sordera pide a sus contemporáneos que lo ayuden, no lo aíslen y valoren su obra…









Tantos y tantos casos demuestran como la música y el espíritu, forman una asociación eterna.

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