Un Castúo.

septiembre 25, 2018

Paseando un día por el populoso barrio madrileño de Aluche, no sé porque me fije en el cartel que daba nombre, a una pequeña calle del distrito: LUIS CHAMIZO, tenía algún difuso recuerdo que lo asociaba a la poesía modernista y a Extremadura. Mi curiosidad innata, me llevó a investigar su personalidad.

Nace en el seno de una humilde familia extremeña de pura cepa, en el pueblo de Guareña (Badajoz), el 7 de noviembre de 1894 y muere en Madrid el 24 de diciembre de 1945. Su padre Joaquín Chamizo Guerrero, natural de Castuera, era tinajero, y su madre, Asunción Triguero Bravo nacida en Guareña, también provincia de Badajoz.

La enseñanza primaria, la realizó en Guareña, se trasladó a Madrid a cursar el Bachillerato que finalizó en Sevilla. Cursa los estudios de Perito Mercantil en la ciudad hispalense, licenciándose en Derecho en la Universidad de Murcia.

Durante las vacaciones veraniegas de su bachillerato y primeros años de carrera en Guareña entabló amistad con su paisano, Eugenio Frutos Cortes. Colabora en el periódico “La Semana”, en Don Benito, y en sus ratos libres, inicia su aventura en lengua extremeña (no castúo, nombre que aplicó a sus habitantes), componiendo versos a los parajes de Valdearenales, sus gentes, y a la tierra que le vio nacer, todo esto queda reflejado en su maravillosa obra “El Miajón de los Castúos”, publicada en 1921. Contrae matrimonio y es elegido casi a continuación académico de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla.

En 1932, escribe una obra de teatro “Las Brujas”, que obtiene un relativo éxito, pese al entusiasmo que despertó en el Nobel español, Jacinto Benavente, En ese mismo año, publica toda su obra periodística, en un libro “Extremadura”. Hasta 1967, no se publican todas sus poesías en una antología a él dedicada.

Estuvo conectado con todos los poetas modernistas españoles, considerándose su obra dentro de ese movimiento. En su poesía regionalista el influjo del salmantino-extremeño José Maria Gabriel y Galán, es notable.